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Cómo se impulsa la felicidad desde la esfera pública

Pese a las guerras, las crisis, la inestabilidad, la presión ambiental y las desigualdades, las personas compartimos el deseo profundo de querer ser felices. Esta aspiración se ha recogido desde Naciones Unidas, que ha designado “Día Internacional de la Felicidad” el 20 de marzo. 

¿Se puede promover la felicidad de la ciudadanía desde los gobiernos a través de la política? ¿Qué ejemplos existen? ¿Qué beneficios puede brindarnos? 
 

Contenidos

  1. Políticas de felicidad
  2. La medida de la felicidad como indicador de desarrollo
  3. El cultivo de la felicidad como estrategia para dar respuesta a los retos sociales y ambientales

 

1. Políticas de felicidad

Como humanidad, a lo largo del siglo XX hemos sido capaces de triplicar la población mundial y duplicar la esperanza de vida media en el planeta, además de un incuestionable despliegue material. ¿Supone este crecimiento la posibilidad de vivir vidas más plenas y felices? ¿Hemos estructurado los sistemas sociales y políticos para fomentar la felicidad? 

Durante las últimas décadas se ha realizado un esfuerzo destacable para entender las causas y consecuencias de la felicidad a nivel individual y colectivo desde distintos campos: en la psicología, la neurociencia, la sociología, la economía y la política. Su estudio científico ha llevado a importantes comprensiones en la materia, que han podido trasladarse al ámbito social y político. Fruto del avance y expansión de este conocimiento se ha generado el “Movimiento Internacional de la Felicidad” que incluye un conjunto de iniciativas que aspiran a que los gobiernos y la sociedad, en general, pongan en el centro su cultivo.

El deseo de promover sociedades felices no es nuevo. En 1776, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos introdujo la búsqueda de la felicidad como un derecho fundamental. El artículo 13 de La Pepa, la primera Constitución Española, aprobada en 1812 por las Cortes de Cádiz, recoge: «El objeto del gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen». A día de hoy, el derecho a la felicidad está considerado en constituciones como las de Brasil, Japón o Corea del Sur, y numerosos pensadores y autoridades defienden que el fin último del gobierno consiste en promocionar el bienestar ciudadano.

La ciencia de la felicidad se dirige a aumentar el bienestar positivo, es decir, a lograr que las personas prosperen por encima de un punto neutro. No solo se trata de atajar las situaciones de malestar, sino que implica promover contextos de bienestar. Las políticas de felicidad acompañan el desarrollo del potencial de los seres humanos y ponen el foco en aquellos aspectos con mayor impacto sobre sus vidas. Considerar el bienestar y la felicidad entre los objetivos políticos repercute positivamente en la toma de decisiones y en sus beneficios a largo plazo, pues se toman en cuenta factores que escapan al mercado y a los análisis de coste-beneficio tradicionales. 

El punto de partida en la promoción de la felicidad a nivel internacional es la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin estos derechos básicos, y pese a los inmensos retos globales presentes, hoy habría muchos más seres viviendo en la miseria.

En los años 70, Bután, país budista de los Himalayas, fue pionero y creó el concepto de Índice de Felicidad Bruta con el fin de promover una mirada holística hacia el desarrollo de su sociedad. Su gran aportación ya no es solo la recogida periódica de datos sobre este tema, sino la aplicación de esos resultados en la elaboración de políticas destinadas a mejorar la vida de la población. El ejemplo de Bután ha sido referencia e inspiración en muchos contextos. 

En 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad la resolución “La felicidad: hacia un enfoque holístico del desarrollo”. Este acuerdo reconoce su búsqueda como un objetivo humano fundamental e invita a los estados miembros a elaborar medidas que reflejen su importancia en el desarrollo con miras a que estas guíen las políticas públicas.

Un año después, en 2012, se estableció el 20 de marzo como el Día Internacional de la Felicidad «como reconocimiento del importante papel que desempeña la misma en la vida de las personas de todo el mundo. Sin embargo, la felicidad a día de hoy está seriamente amenazada. El camino hacia la misma requiere de valores fundamentales como la amabilidad y la compasión, especialmente en tiempos de crisis a causa de conflictos bélicos, pandemias como el coronavirus o hambrunas».

Sin duda, queda mucho por hacer, pero hay países, regiones y localidades que están trabajando por atender y promover la felicidad de la ciudadanía mediante distintas actuaciones que incluyen la atención a la salud mental y el cuidado del bienestar emocional. Algunos ejemplos son el trabajo en el Índice de Mejores Vidas Posibles de la OCDE, el trabajo de investigación y aplicación a políticas que se realiza desde el What Works for Wellbeing en Reino Unido, el Plan de Bienestar Emocional puesto en marcha por el Gobierno de Navarra (España) o la iniciativa Valle de Aranguren Feliz (Navarra)


 

2. La medida de la felicidad como indicador de desarrollo 

El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, asegura que las mediciones que utilizamos para evaluar nuestro progreso son un reflejo de quiénes somos. Si nos interesamos por medir la actividad económica, nos enfocaremos en optimizar sus resultados, mientras que si nuestro faro es la felicidad, la prioridad será mejorar sus niveles.

Hoy en día, el parámetro por excelencia para medir nuestro desarrollo es el Producto Interior Bruto (PIB), que recoge el dinamismo de la actividad económica, pero que no refleja la situación real de las naciones como ya advirtió su creador, Simon Kuznet. El PIB presenta múltiples limitaciones, por ejemplo, su capacidad para crecer debido a actividades como la fabricación de armas que, sin lugar a dudas, no proporcionan bienestar. 

Las medidas de felicidad o bienestar subjetivo se consideran una referencia apropiada para reflejar cómo le va a una sociedad. Estas mediciones reflejan los niveles medios de satisfacción con la vida que es el indicador más utilizado, y pueden venir acompañadas de observaciones sobre los estados emocionales y de sentimiento de propósito. 

Entre las distintas iniciativas que existen actualmente para la medición de la felicidad, el Informe Mundial de la Felicidad es uno de los esfuerzos más destacados. En este estudio que se publica anualmente se recoge que el nivel medio de satisfacción es estable en el tiempo, pese a las circunstancias externas. Este informe desvela que los países nórdicos Finlandia, Dinamarca y Suecia se sitúan repetidamente a la cabeza, obteniendo puntuaciones superiores a 7 en una escala de 10, y en la cola encontramos países con serios conflictos como Líbano, Sierra Leona o Afganistán.

Según esta publicación, el resultado de la evaluación del bienestar subjetivo en un país está determinado por su ethos, sus instituciones y las condiciones materiales de vida. En su conjunto, la satisfacción media con la vida viene determinada por seis variables: 

1) La prosperidad económica, incluido el trabajo decente para todos los individuos que lo deseen.

2) La salud física y mental de la ciudadanía.

3) La libertad de los seres humanos para tomar decisiones clave.

4) Redes de apoyo social fuertes y dinámicas.

5) Valores públicos de generosidad compartidos.

6) Confianza social, comprendiendo la confianza en la honestidad de las empresas y del gobierno.

La mayoría de las causas y condiciones que generan la felicidad no están asociadas al despliegue material, sino al desarrollo de otras miradas y prioridades, como el cultivo de la paramita de la generosidad. Podemos generar contextos virtuosos y favorecedores para todos los seres, en los que personas e instituciones se retroalimenten positivamente con la visión y motivación correctas, sin necesidad de utilizar mayores recursos. 

 

3. El cultivo de la felicidad como estrategia para dar respuesta a los retos sociales y ambientales

El maestro Thich Nhat Hanh afirma que “necesitamos que haya gente feliz en el mundo”; y las personas que estudiamos el Dharma sabemos que el cultivo de la bodhichitta, nuestra felicidad al servicio de los demás, es la estrategia más poderosa para contribuir al cambio que queremos ver en el mundo. 

¿Cómo nos afecta el cultivo del bienestar a nosotros mismos y a los demás? Esta pregunta ha interesado a muchos investigadores, y en el libro Políticas de Felicidad: un nuevo paradigma para un nuevo tiempo se recopilan las diferencias entre las personas que disfrutan de un mayor bienestar subjetivo respecto a las que tienen unos niveles menores: 

  • Disfrutan de mejores relaciones amorosas y afectivas, y de un mejor trabajo.
  • Llevan estilos de vida más saludables y realizan más actividad física, lo que reduce el estrés y la ansiedad, y les permite disfrutar de mejor salud —también emocional—, así como de una mayor esperanza de vida.
  • Adoptan comportamientos más sostenibles con mayor facilidad por su tendencia a desarrollar valores intrínsecos.
  • Gozan de mejores relaciones sociales, y resulta más sencillo que reciban ayuda y se confíe más en ellas porque son más queridas.
  • Son capaces de resolver mejor situaciones y relaciones complejas.
  • Son más solidarias y cooperativas, es decir, más prosociales. 
  • Son más enérgicas, con mejor desempeño en sus comunidades y mayor proactividad en la resolución de problemas sociales.
  • Impulsan la creatividad y la innovación al experimentar emociones positivas más frecuentemente.
  • Son más resilientes, piensan de forma más flexible e ingeniosa, por lo que se recuperan más rápidamente del estrés y de eventos adversos. 
  • Participan más en asuntos políticos. 
  • Desarrollan un aprendizaje más eficaz.

La promoción de la felicidad potencia múltiples cualidades, beneficiosas para las personas y para su entorno. Su cultivo rompe la lógica de suma 0, el paradigma en el que el beneficio de unos ocurre a expensas de la pérdida por parte de otros. Además, el “no haber sido más felices” es uno de los cinco arrepentimientos principales en el momento de la muerte, según Brownnie Ware

Los seres más felices serán capaces de crear un mundo más feliz, con más recursos para resolver las encrucijadas en las que nos encontramos inmersos. Indudablemente, todavía hay muchas resistencias para hablar de felicidad genuina, al tiempo que surgen diversas iniciativas que impulsan un cambio de paradigma centrado en el bienestar a nivel individual y colectivo. 

Hoy sabemos que el desarrollo económico, una vez superados unos niveles materiales mínimos, no da la felicidad, aunque resulte una verdad incómoda para distintos intereses y una inercia poderosa para la sociedad en general. Una sociedad evolucionada será aquella que se interese por promover la plenitud de su ciudadanía en armonía con su comunidad y en equilibrio con el entorno. Avanzar en esta senda, por nuestro bien y el del resto de los seres, está en nuestras manos. 


 

¿Cómo vas a celebrar el Día Internacional de la Felicidad?

¿Cómo puedes vincular tu práctica interna con tu compromiso externo?

¿Qué más puedes hacer para que tu comunidad avance por la senda de la felicidad?

 


 

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Leire Iriarte Cerdán

Fundadora y coordinadora de El Buen Vivir, organización sin ánimo de lucro que impulsa iniciativas innovadoras para la creación de futuros felices. Autora del libro Políticas de Felicidad: un nuevo paradigma para un nuevo tiempo.

12 comentarios

  1. Muchas gracias por tan interesante artículo, tiene mucho que aportar en estos tiempos de tanta tensión por las guerras y de crisis del sistema… Es muy importante ampliar nuestra conciencia para poder transformar las sociedades…. Gracias 🙏🏻. Feliz día 😘😘🫂💚💚

  2. Gracias , buen artículo, nos recuerda que hemos perdido la referencia de lo que es la felicidad
    🙏💥

  3. Gracias Leire, gracias comunidad Paramita, por contribuir a que sintamos que es un buen día..
    🙏

  4. ¡Muchas gracias Leire!
    Tendré muy presente esta pregunta de reflexión que planteas:
    ¿Cómo puedes vincular tu práctica interna con tu compromiso externo?

  5. Leire que gusto poder ver de cerca tu hermosa labor!!! Gracias por la invitación a la reflexión!!!
    Un placer haberte conocido, deseando volver a coincidir!!!
    Un abrazo desde Valencia!!!

  6. Muchas felicidades por este aporte tan inspirador…..estamos en un nuevo paradigma que se va tejiendo poco a poco y del cuál todos desde nuestro día a día podemos colaborar…….un abrazo

  7. Gracias Leire, y gracias a todo el equipo Paramita. Leer el artículo ha sido tremendamente inspirador, por aquí es…

  8. Gracias Leire !!!

    Un artículo necesario.
    Un paradigma valioso.
    Muy interesante lo que has denominado el «movimiento internacional de la felicidad», con las aproximaciones a variadas políticas y programas de felicidad en diferentes contextos.

    Agradecidos desde La Paz en Bolivia.

    Marisol & Luis

  9. Muchísimas gracias por los comentarios. Me alegra que el artículo invite a la reflexión y nos abra a nuevas realidades. Seguiremos trabajando por extender el Movimiento Internacional de la Felicidad. Un abrazo a todos y todas!

  10. Gracias, mujer y vasca tenías que ser… aspiración universal, cósmica: La Paz de corazón, la satisfacción genuina, beatus ille… sólo leerte me ha conectado, Gracias
    La única política a desarrollar, incluye todas las actuaciones para el bienestar de todos los seres

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