La práctica de la concentración o meditación nos acerca a la verdad última. ¿Sabías que requiere de las paramitas anteriores? Esta paramita va más allá de relajarnos y permitirnos experimentar estados mentales agradables. Si quieres saber qué significa esto, en este artículo profundizamos en ello.
Contenidos
- El significado de la meditación
- Tipos de meditación
- La meditación como paramita
- La práctica de la meditación
- Los beneficios de la meditación
1. El significado de la meditación
Según el diccionario, meditación es pensar atenta y detenidamente sobre algo. Por lo tanto, vemos que esta definición está orientada a la actividad mental puramente —el grado de concentración y el detalle de lo que se elabora—, sin tener en cuenta el estado emocional de la mente.
En el caso del Dharma, el término es más preciso: es la práctica de familiarizarnos con aspectos mentales positivos (en tibetano, gom). Es el puente que nos acerca a la liberación y que se origina por haber resuelto y ajustado nuestra vida —nuestra conducta física y mental— a la verdad.
El hábito de la concentración atiende a la realidad interna para que empecemos a trabajar y a apaciguar los estados cognitivos, atencionales y afectivos. Por otra parte, mantener un estado meditativo requiere concentración; así, podemos decir que, en esta paramita, meditación es la capacidad atencional que nos lleva a un estado de absorción meditativa.
Tal como reza la estrofa 29 de las 37 Prácticas de los Bodhisattvas:
Comprendiendo que la visión penetrante asociada con la calma mental
destruye la emociones perturbadoras,
la práctica de los bodhisattvas es cultivar una absorción meditativa
que realmente supere los trances del reino sin forma.
— Gyalse Thogme Zangpo
Por lo tanto, se requiere un estado base de focalización en un objeto sin estar influido por las distracciones. Esto es necesario para que la mente no esté ligada a las nociones de sujeto, objeto o acción… es decir, el samadhi o samten, que significa una absorción que permanece en el carácter inmutable de la mente cuando está en su condición natural. Llegar ahí requiere de las paramitas previas:
▪ Generosidad para soltar aferramientos
▪ Conducta para tener recolección, vigilancia e introspección
▪ Paciencia para tolerar las dificultades del entrenamiento mental
▪ Entusiasmo para superar estas dificultades, una y otra vez, con energía y alegría
2. Tipos de meditación
Hay cuatro grandes familias: las meditaciones que se basan en virtudes, en altruismo, en calma mental y en sabiduría. Cada uno de estos tipos requiere tener desarrollada la focalización mental en un solo punto.
a. Estados virtuosos
Es la familia que toma una virtud como objeto para que, progresivamente, se integre en nuestro quehacer diario. Así, por ejemplo, practicamos la sinceridad desde dentro hacia fuera: identifico y acepto internamente aquello que sucede… y esto me ayuda en las sesiones de práctica y también en mi vida diaria.
b. Altruismo
Son las meditaciones que se focalizan en llevar la mente a permanecer en uno de los cuatro inconmensurables —amor bondadoso, compasión, regocijo y ecuanimidad— por medio de los cuales reducimos la tendencia autocentrada de la mente.
c. Calma mental o shamatha
Básicamente trabaja la paz y la quietud mental, esencial para reducir la influencia de la mente discursiva. Es decir, aquieta la actividad cognitiva y emocional, liberando una energía que nos servirá para ir a niveles atencionales más sutiles.
d. Sabiduría o vipashyana
Estado sutil que se empieza a trabajar una vez logramos un cierto control de la mente y podemos estabilizarla en una fase de calma. Esta práctica nos permite familiarizarnos con la condición no-conceptual de la mente que nos lleva a tener realizaciones sobre diferentes aspectos del Dharma —como el significado de bodhichitta—.
3. La meditación como paramita
Paramita implica la trascendencia del personaje. Y eso quiere decir también la iluminación de ese individuo, ya que lo personal se limita a esta vida. Así pues, el riesgo está en que lo individual nos puede llevar únicamente a la búsqueda de nuestra propia liberación, por lo que no desarrollaremos bodhichitta —la iluminación que abarca a todos los seres de todos los tiempos—.
Su práctica y objetivo deben estar 1) inspirados por bodhichitta, 2) libres de la conceptualización de las tres esferas —sujeto, objeto y acción— y 3) sellados con una dedicatoria imparcial.
Estas tres esferas implican la correcta realización de la verdad última —sujeto, meditador; verbo, meditar; y objeto, el enfoque en el que estamos meditando—.
a. Las cuatro cualidades que califican la meditación como paramita
Además, debe tener cuatro cualidades:
1) Descartar todas las formas de su opuesto
Las distracciones son la fuerza opuesta a la meditación, y vienen por el aferramiento a seres u objetos. Así, trabajarlas va más allá de la práctica sentada. El estado meditativo va unido a nuestra actitud, pensamientos y condición mental fuera de las sesiones, es decir, a lo que ejercitamos durante nuestra vida diaria.
2) Comprensión de la carencia de existencia inherente de personas y fenómenos
Esta paramita nos ayuda a familiarizarnos con estados mentales que nos acercan a la verdad. De esta manera, nuestra mente se habitúa a reconocer el sufrimiento debido a la identificación con una realidad que, por ser impermanente, siempre será insatisfactoria.
3) Ser capaz de satisfacer las necesidades espirituales de los demás
La concentración nos permite tener una disposición mental correcta antes, durante y después de una acción física, verbal o mental. Así, al estar menos sujetos a las aflicciones y menos despistados, accedemos a más energía mental para traer a la consciencia todo lo que nos rodea —sean personas, situaciones o percepciones—. El primer paso para poder satisfacer las necesidades de los demás es ser consciente de ellas.
4) Ayudar a progresar en el camino de tres formas:
▪ Cambio de conducta. La práctica de la meditación implica renuncia a alimentar pensamientos no bondadosos, y esta conlleva un cambio de conducta que reduzca los aferramientos.
▪ Interés en el camino espiritual. Esta paramita, por definición, es uno de los aspectos clave del camino, ya que es el arte de trabajar las virtudes, los pilares que sostienen el puente que nos lleva hasta la iluminación.
▪ Progreso en el camino espiritual. La gradual familiarización con la virtud, al acercarnos a la verdad, nos hace avanzar en el camino. La meditación nos ayuda a incrementar tanto el mérito como la sabiduría, ya que adiestrarse en la concentración y la estabilidad mental —shamatha— nos prepara para tener una mayor capacidad de comprender la mente en su estado original —vipashyana—.
b. Los siete apegos de los que la meditación tiene que estar libre
Y tiene que estar libre de siete apegos:
1) A la distracción
Es decir, libre de estar apegado a las distracciones y a su fuente, el deseo. Una mente atrapada en estas no tiene estabilidad ni control porque tiende a aferrarse a la extroversión y, como consecuencia, a los estímulos sensoriales. Si no tenemos estabilidad, es imposible permanecer en un estado virtuoso.
2) A posponer
Debemos afrontar las tendencias adquiridas de posponer la práctica o de no esforzarnos en ejercitarnos en la virtud. Esto se aplica también en las sesiones en el cojín donde tenemos que maximizar el impacto de la práctica de modo que nos transforme de forma duradera.
Dejarnos llevar por la indolencia de pensar que la práctica, por sí sola, ya se irá ajustando en el futuro, sin poner de nuestra parte, es postergar. Su consecuencia inmediata es que nuestra disposición mental no mejora y la meditación en el cojín se estanca o incluso empeora.
3) A la satisfacción inmediata
A apegarnos a experiencias placenteras surgidas en la meditación o a los logros inmediatos que proporciona. Esto incluye instalarnos en estas experiencias y querer mantenerlas. Como cualquier fenómeno, la práctica cambia, por tanto, frustrarnos por no complacer las expectativas que hemos depositado en la meditación es buscar satisfacción inmediata. Debemos tener claro que todo logro es limitado hasta que lleguemos a la iluminación.
4) A una recompensa en esta vida
Que practiquemos porque pensamos que con la meditación obtendremos beneficios a medio o a largo plazo en esta vida. Esto significa que, aunque no estemos apegados a la satisfacción inmediata de los estados meditativos, esperamos que nos transforme a tal punto que podamos evitar el sufrimiento en el futuro.
5) A una recompensa en futuras vidas
Es decir, meditar para que en renacimientos futuros tengamos una existencia mejor. Este es más sutil que el anterior. Se refiere al hecho de la limitación de una aspiración que, aunque trasciende esta existencia, falla en el segundo nivel de renuncia —al samsara—. La práctica debe trascender todas las futuras existencias y enfocarse en la liberación completa.
6) A la tendencia opuesta de la paramita
Si no estamos apegados a las distracciones, podemos estarlo a los patrones que las producen o a las causas y condiciones que las pueden generar. Así pues, este es más sutil que el hecho de estar enganchado directamente a ellas, tanto durante como fuera de la práctica. El deseo es la fuente de las distracciones y, si estamos aferrados a alguna forma de patrón que nos liga a él, eso genera tendencias que nos alejan de la concentración meditativa.
7) A las conceptualizaciones
Este tipo es diferente al apego a las distracciones que nos apartan de la virtud o del objeto meditativo. Aquí se refiere a la especulación: aunque no nos demos a ensoñaciones durante la sesión o fuera de ella, nos podemos enredar en procesos especulativos —de razonamiento— autocentrados. Es decir, que nos entretenemos en razonamientos que justifican solo nuestra propia iluminación.
También se refiere a aferrarse a la visión o conceptualización de que hay un objeto, un sujeto y una técnica o acción de meditar —por ejemplo, aferrarse a una determinada práctica o pensar que una visualización es realmente existente—. Todo esto forma parte de este tipo de distracciones.
4. La práctica de la meditación
Podemos ver esta paramita como un puente entre ejercitarnos en las cuatro primeras —generosidad, conducta, paciencia y entusiasmo— y la sexta, la sabiduría. Esta paramita es la senda que nos lleva a la iluminación, y se basa en establecer un camino de ida y vuelta, tanto en la sesión como fuera de ella.
Desde el estado meditativo durante la práctica debemos ir incrementando la conciencia de nuestra disposición mental en todo momento. En la sesión estamos en un laboratorio interior que nos ayuda a transformar y sublimar estados emocionales: elaborar aquello que después nos ayudará en nuestro diario quehacer.
La vida diaria la tomamos como un campo de pruebas. Así, de la misma manera que durante las sesiones debemos tocar y soltar el objeto meditativo, fuera de ellas también debemos tener esta actitud: recordar el estar presentes sin obsesionarnos, pero con constancia.
Una vez conseguido un cierto nivel de conciencia/presencia fuera del cojín, podremos traer a la consciencia las experiencias que hemos trabajado durante las sesiones —calma mental— para así moldear nuestro ánimo en el día a día. Este paso requiere tener asentada una práctica sólida, que nos permita conectar con experiencias de samadhi.
a. Tres tipos de samadhi
El samadhi puede ser de tres tipos:
1) El samadhi que libera la mente del ser ordinario de sus defectos
Para llegar a este tipo de samadhi, según Shantideva «es importante ocuparse del toro salvaje». Debemos ocupar la mente en un objeto —como la respiración— para domarla y así poder tener experiencias de paz y gozo.
2) El samadhi que hace las cosas muy claras y distintas
Este segundo tipo viene de superar el apego al primero, una vez esté este afianzado. Y se supera comprendiendo la falta de existencia inherente de ese gozo. Esto lleva a la comprensión de la vacuidad.
3) El samadhi de los buddhas
Cuando incluso la noción de vacuidad se trasciende, cuando se es capaz de trascender el apego al concepto de vacuidad, entonces la mente reposa en su condición original: sin ninguna noción de forma, de detalle, de aferramiento… en un estado comparable a la naturaleza del espacio o del cielo.
b. Del cojín a la calle
Pero ¿cómo llevar la meditación desde el cojín a nuestra vida diaria?
El residuo que deja cualquier karma nos es útil cuando tratamos con la meditación, ya que la práctica genuina produce un estado que permea nuestros pensamientos más allá de la sesión meditativa. Por tanto, podemos aprovechar este «empujón» para alargar nuestra experiencia fuera de la misma.
Nuestro trabajo, pues, consistirá en ir cambiando nuestra vida para que lo que entrenemos en la sesión sentada se propague cada vez más tiempo fuera de ella.
A medida que nuestro estado entre sesiones mejore, esto hará que nuestras meditaciones también mejoren, con lo que crearemos lo que podemos llamar un bucle de retroalimentación positiva que debemos cuidar y mantener.
5. Los beneficios de la meditación
Los beneficios se pueden explicar clasificándolos en tres grandes marcos temporales: en esta vida, en las siguientes y en la budeidad.
▪ En esta vida: el samadhi apacigua las aflicciones, neutraliza las ocho ambiciones mundanas, libera del aferramiento al gozo, da poderes sobrenaturales y favorece que los demás te aprecien.
▪ En vidas futuras: nuestro cuerpo, palabra y mente estarán en armonía con la virtud, y lograremos fácilmente las absorciones meditativas.
▪ En la budeidad: da poder sobre el cuerpo, la materia, la mente y también sobre la verdad última.
Hemos visto cómo la paramita de la concentración o meditación es clave para nuestro desarrollo espiritual porque es la que nos ayuda a tener la experiencia interna necesaria para progresar.
El objetivo de esta paramita es experimentar la virtud, ya que solo con la comprensión intelectual no basta; debemos movilizar nuestra parte emocional para que apoye la parte de razonamiento —lógica y reflexiva—.
Una vez estemos en la senda del equilibrio atencional y de la estabilidad emocional, nuestro desarrollo en el Dharma estará bien encaminado para poder armonizar nuestra práctica meditativa en las sesiones y entre ellas . De esta manera, podremos acceder a los diferentes tipos de samadhi que nos llevarán, progresivamente, hasta la budeidad.
Recursos de interés
Para indagar más en la práctica de esta paramita te invitamos a apuntarte en los siguientes cursos, ambos sin coste y online:
El Camino de las Paramitas
La enseñanza de este curso ―La sabiduría más profunda― está accesible en YouTube
Las 37 Prácticas de los Bodhisattvas
cuya práctica 29 —La meditación es indispensable— también está disponible en los canales de Paramita: en YouTube como un vídeo y en Spotify como un podcast
¡No te los pierdas!
¿Has visto los otros artículos de esta serie sobre las seis perfecciones?
Aquí te proporcionamos los enlaces
Introducción a las seis paramitas
¡No dejes de leerlos!
Reflexión
¿Qué es para ti la concentración?
¿Cómo te ha ayudado en tu vida la práctica de la meditación?
¿Cómo crees que la meditación nos transforma y nos ayuda con los hábitos negativos?
¡Cuéntanoslo en los comentarios!
6 comentarios
Muchas gracias por esta revisión tan completa, una gran joya 🙏
Muchas gracias Jordi, leerte me ha ayudado a darme cuenta de aspectos que debo revisar en la práctica.
Gracias.
Muy interesante Jordi, gracias.
Muchas gracias por esta enseñanza Me ha ayudado a entender que debo trabajar mucho más en mi práctica. Gracias.
Muchas gracias Beatriz, Ruth, Duende, Viviana y Fabyana por los comentarios, me alegro de que este resumen de las enseñanzas de Lama Rinchen haya sido de utilidad.
Saludos,
Jordi