El estrés y la ansiedad son respuestas a sensaciones desagradables que terminan saturando nuestra vida. Día a día nos encontramos con informaciones que parecen amplificar el sufrimiento. Guerras, hambrunas, enfermedades, pobreza, pandemias, riesgos climáticos y medioambientales. Sin embargo, todos contamos con un valioso poder que nos permite resistir y superar la adversidad. En este artículo exploraremos nuestra capacidad de adaptarnos al estrés o “resiliencia” y su estrecha relación con nuestra práctica espiritual.
Contenidos
- ¿Qué es la resiliencia?
- Nuestra valiosa capacidad para abordar desafíos
- Un método hacia el crecimiento personal
- ¿Adversidad? ¡Bienvenida!
- Resiliencia y práctica espiritual
- Un mensaje final
1. ¿Qué es la resiliencia?
El concepto de resiliencia abordado por la Asociación Americana de Psicología 1 se entiende como la capacidad de adaptación a la adversidad, tanto leve como severa, es decir, desde problemas comunes presentes en la relación de pareja, hasta enfermedades crónicas que amenazan la vida.
No debemos confundir la resiliencia con una actitud de “dureza” o “apatía” emocional.
Ser resiliente implica experimentar toda la gama de emociones generada por los problemas cotidianos, pero teniendo la disposición de superarlos y utilizarlos como un vehículo de desarrollo personal.
Al lidiar con el estrés o cualquier dificultad que se nos presente debemos tener una mirada panorámica de la situación para discernir la mejor forma de afrontarlo. Eliminar las causas y condiciones de los problemas es posible, pero no en todas las circunstancias. Por lo tanto, es importante distinguir, de forma realista, entre aquello que podemos o no podemos cambiar y actuar conforme a ello, sin agregar más sufrimiento.
2. Nuestra valiosa capacidad para abordar desafíos
¿Has pensado en el número de peligros y desafíos que nuestra especie ha experimentado a lo largo de años de evolución para que estemos en el lugar en el que nos encontramos hoy?
De hecho, un análisis genético exhaustivo facilitado por técnicas de inteligencia artificial ha permitido encontrar 267 genes que solo se encuentran en el humano moderno (Homo Sapiens) y están ausentes en nuestros parientes homínidos más cercanos, el Neandertal y los Chimpancés. Estos genes se encuentran asociados a nuestra alta capacidad de creatividad, autoconsciencia y comportamiento social, características esenciales que nos han permitido cultivar la resiliencia ante la adversidad durante nuestra historia evolutiva 2, 3 (IN). Literalmente, la resiliencia está en nuestros genes.
Además, un estudio recopilando datos de 24 países mostró que el 70.4% de las personas ha vivido alguna experiencia traumática en la vida, sin embargo, la posibilidad de que se desarrolle un trastorno de estrés postraumático (TEPT; un amplio conjunto de síntomas encabezado por excesivo miedo y ansiedad tras un trauma emocional o físico) es de tan solo el 4%. ¿Qué quiere decir esto? Que, si bien la exposición a eventos que podríamos catalogar como traumáticos es alta, la mayoría de las personas logra recuperarse sin mayores repercusiones 4 (IN).
3. Un método hacia el crecimiento personal
Además de la baja probabilidad de evolucionar hacia un cuadro complejo como el TEPT, un porcentaje de aquellos que lo desarrollan experimentan lo que ha sido llamado “Crecimiento Postraumático”, es decir, un cambio de vida positivo, de autopercepción e incluso de crecimiento espiritual 5. Esto nos sugiere que nuestra resistencia a la adversidad puede seguir intacta, incluso después de traumas emocionales.
Ante lo común que resulta el estrés en nuestra sociedad, a lo largo de los años se han estudiado dos estrategias para el cultivo de la resiliencia. Por un lado, programas buscando que las personas tengan mayor entendimiento y aceptación de las dificultades. Y, por el otro, estrategias para el desarrollo de habilidades que favorezcan la resiliencia para mitigar los efectos de la adversidad. En un estudio con jóvenes presentando problemas cardíacos congénitos se encontró que con 6 sesiones de un programa de resiliencia que fomentaba la aceptación, autonomía e independencia mejoraba la habilidad de los participantes para sobrellevar la enfermedad, incluso 6 meses después de las sesiones 6 (IN).
En el caso de la prevención, la Asociación Americana de Psicología ha desarrollado una guía 7 para el aprendizaje de la resiliencia en los niños, tanto en casa como en las escuelas, buscando fomentar el desarrollo de futuros adultos con mejores habilidades psicológicas para el manejo de situaciones de estrés.
Aquí llegamos a una de las más grandes conclusiones:
La resiliencia es parte de nosotros y la podemos entrenar
4. ¿Adversidad? ¡Bienvenida!
La resiliencia es un tema que se presta para una cantidad infinita de afirmaciones, teorías y programas de autoayuda, con y sin bases empíricas, por lo cual el pensamiento crítico es esencial. Aquí te dejamos algunas de las recomendaciones de la Asociación Americana de Psicología 1:
1) Construye relaciones sociales donde exista voluntad tanto de ser ayudado como de ayudar
2) Evita ver los problemas como imposibles de resolver. Visualiza todo el contexto y no solo sus partes
3) Genera metas realistas
4) Actúa ante los problemas, no asumas una posición pasiva
5) Busca tiempo para la autoevaluación de acontecimientos difíciles en tu vida y de sus resultados, tanto positivos como negativos
6) Cultiva la autoestima
7) Mantén una visión optimista de las situaciones –lo cual no quiere decir irreal–, esfuérzate por encontrar soluciones
8) No pierdas de vista el autocuidado, pregúntate por las cosas que te hacen bien y te generan bienestar
5. Resiliencia y práctica espiritual
La perspectiva budista sobre la resiliencia comparte algunos puntos con la visión de la psicología occidental. El programa de Entrenamiento Mental Integral (EMI), impartido por el ven. Khenpo Rinchen Gyaltsen, nos muestra algunos puntos importantes para el cultivo de la resiliencia:
1) Sé paciente, ocurra una u otra cosa
2) Pase lo que pase, siempre tienes que salir ganando
3) Transforma toda adversidad en el camino hacia el despertar
Pero también nos recuerda:
… puedes afrontar cualquier situación, persona, enfermedad, austeridad. Pero no sobreestimes tu nivel de resiliencia…
Lo anterior está íntimamente ligado a las 3 fases del camino espiritual que el ven. Khenpo Rinchen nos ha enseñado, las tres macroetapas: la cueva, el valle y el cementerio. Si bien la resiliencia puede desarrollarse, debemos tener cuidado de que nuestra exposición a la adversidad no sea superior a nuestro desarrollo. Debemos saber dónde nos encontramos actualmente en el camino, ya que estamos viviendo un proceso de construcción interior.
La paciencia es el estado interno que nos permite permanecer en paz cuando experimentamos factores que nos inquietan. Como se nos ha presentado recientemente en el curso El Salto a la Bodhichitta, la paciencia se encuentra arraigada en el reconocimiento del otro y de los eventos de nuestra vida como maestros del camino. Los roces molestos con otros y los acontecimientos inesperados son un terreno fértil para el cultivo de la bodhichitta. La construcción de la resiliencia está íntimamente relacionada con el cultivo de la bodhichitta, sin embargo, esta última va más allá al cubrir toda la gama del altruismo.
Shantideva, en El Bodhicharyavatara, nos ofrece una formidable estrategia de resiliencia:
Si un problema tiene solución, debemos invertir nuestro esfuerzo en encontrarla; si no la tiene, solo malgastaremos nuestro tiempo y pensamiento
6. Un mensaje final
Las adversidades son la regla en nuestra existencia condicionada, pero a la vez son terreno fértil para nuestro crecimiento personal y espiritual. Aprovecha esta gran oportunidad y mira los problemas como a un gran maestro del que tienes mucho que aprender y… siéntete agradecido por ello.
Inspírate con la resiliencia de Mingyur Rinpoché, maestro en los linajes de Karma Kagyu y Ñingma, cuyo libro –Enamorado del mundo: El viaje de un monje a través de los bardos de la vida y de la muerte– cuenta la historia de dos tipos de muerte: la del cuerpo y también la del ego.
O también puedes ver el documental derivado del mismo libro –Wandering … But not lost (subtitulado en español)– que cuenta su propia vida como yogui errante, afrontando los desafíos que conlleva la supervivencia por sus propios medios: encontrar comida y refugio, enfermedades y acontecimientos inesperados, así como los riesgos de recorrer el mundo con tan solo las posesiones más elementales.
¿Recuerdas la frase: “Tras la adversidad llega la calma”? Piensa en los momentos de tu vida que te han resultado difíciles, ¿cómo surgieron?, ¿cómo se desarrollaron? y ¿cómo terminaron? Reflexiona sobre la impermanencia de aquello que te hace sufrir.
Después de atravesar una dificultad, ¿te has dado tiempo para evaluar lo que la originó?, ¿tus reacciones y emociones?, ¿has planeado tu cambio? O, por el contrario, al sentirte mejor, ¿todo ha caído en el olvido?
En la siguiente adversidad plantéate la posibilidad de empezar preguntándote: ¿qué puedo ganar de todo esto?
6 comentarios
Muchas gracias Rodrigo por este artículo tan claro donde nos recuerdas las claves para afrontar la adversidad y tomarla como oportunidad. Agradezco mucho también las referencias bibliográficas.
Gracias por compartir este artículo Rodrigo, se me ha hecho muy interesante, el punto número 4 está genial, muy conciso. Me ha dado mucha luz en algunas reflexiones. Un abrazo
Muchas gracias!!:)
Me ha servido mucho, justo hoy! gracias por recordarlo 🙂
Gracias Rodrigo por este artículo tan beneficioso para nuestro día a dia. Gracias por recordarnos la importancia que tiene entender y aceptar las dificultades para así poder aprovecharlas como trampolín para nuestro desarrollo espiritual. 🙏
No voy a quedarme con este abreboca, ya empecé a seguirte… Gracias