El verano empieza a hacerse notar, y con él, las ganas de aprovechar el buen tiempo y las horas de sol. Hacer alguna escapada y descansar se convierten en nuestros objetivos para desconectar del día a día. Sin embargo, tarde o temprano toca volver al trabajo y a las obligaciones, y a los pocos días las vacaciones no son más que un bello recuerdo. ¿Es posible que este periodo sea reparador y que, además, nos sirva en nuestra vida cotidiana? Mi experiencia me ha enseñado que un retiro de meditación ―individual o en grupo― es la ocasión perfecta para cumplir ambos objetivos.
Contenidos
- Volver a la casilla de inicio
- El resorte que nos limita
- Beneficios internos y perennes
- La mejor inversión a largo plazo
1. Volver a la casilla de inicio
Las vacaciones son maravillosas hasta que se acaban. Y… ¡ay cuando se acaban! La cuesta de septiembre (o enero), el síndrome postvacacional y todas las fotos de los momentos que disfrutamos no hacen más que recordarnos lo que una vez tuvimos, pero ya pasó. Esto, ¿es normal?, ¿de verdad que los efectos de las vacaciones no duran más que unos pocos días?
La profesora Jessica de Bloom y su equipo de investigadores llevaron a cabo un estudio en 2010 para encontrar la respuesta a estas preguntas. Para ello, midieron durante 7 semanas el bienestar y la salud de 96 empleados holandeses. De este modo, los trabajadores informaron sobre estas variables en distintos períodos: antes de sus vacaciones de invierno, durante la semana de vacaciones, y también una, dos y cuatro semanas después de las mismas. Los resultados mostraron que su salud y bienestar mejoraba esos días en cinco indicadores:
▪ Mejor estado de salud
▪ Mejor estado de ánimo
▪ Menor tensión
▪ Mayor nivel de energía
▪ Mayor satisfacción
No obstante, durante la semana siguiente a las vacaciones, todos estos indicadores habían vuelto a los niveles prevacacionales; la fatiga, sorprendentemente, era incluso más alta que antes de estas.
2. El resorte que nos limita
Vivimos situaciones que nos estresan, y buscamos otras para relajarnos. Nos alejamos de las personas desagradables, y nos acercamos a las agradables. Buscamos, en resumen, que algo ahí fuera mejore nuestro estado de ánimo. Y, aunque no es mala estrategia a corto plazo, porque es fácil montarnos en el coche y cambiar el paisaje que nos rodea, no lo es a largo plazo: tan pronto como se introduce un cambio, nuestra mente cambia con él.
Sin embargo, si hubiera una sola situación o persona verdaderamente estresante, ¿no tendría que serlo para todo el mundo? Nuestra experiencia nos dice lo contrario: todos conocemos a alguien a quien no parece afectarle lo que a nosotros nos desestabiliza. Sus mentes parecen no verse afligidas por lo que a nosotros nos molesta. Entonces, si el problema no está tanto en la circunstancia, sino en la mente de la persona que la experimenta, ¿sería posible tener unas vacaciones para nuestra mente, y así entrenarla para futuras situaciones?
3. Beneficios internos y perennes
La profesora Barbara Fredrickson y su equipo de investigación estudiaron en 2008 los efectos de invertir en el desarrollo interno. Utilizando una muestra de 139 trabajadores estadounidenses, hicieron que la mitad de los participantes siguiera un curso de introducción a la meditación del amor bondadoso durante 7 semanas, mientras que la otra mitad no recibió dicho tratamiento.
Los investigadores midieron las variables de bienestar y recursos psicológicos en todos los participantes cada día de la intervención, así como una semana antes y otra después de la experiencia. Los resultados mostraron que, al concluir el estudio, el número de emociones positivas que apreciaba a diario el grupo de meditadores había ido aumentado. Esto, a su vez, les había generado un amplio rango de recursos psicológicos que más tarde podrían utilizar en su vida cotidiana:
▪ Mayor consciencia del presente
▪ Un sentido vital más positivo
▪ Mayor apoyo social
▪ Menos síntomas de depresión
Cuando los investigadores volvieron a ponerse en contacto con los participantes 15 meses después, encontraron que muchos de ellos continuaban meditando, y reportaban mayor número de emociones positivas que los que habían dejado de meditar o nunca habían meditado. Todos mantenían los recursos desarrollados durante el trabajo realizado el año anterior, independientemente de si habían seguido o no con la práctica de meditación.
4. La mejor inversión a largo plazo
Ambos estudios apuntan en una misma dirección: si queremos felicidad, bienestar y salud duraderos, la mejor estrategia es invertir en el desarrollo mental. Las situaciones en las que nos encontramos siempre cambian, pero la mente que las experimenta está presente en todas ellas.
A través de un entrenamiento diario en meditación ―y también en retiro―, podemos cambiar de forma significativa nuestra mente, empoderándola para disfrutar de cualquier circunstancia, y capacitándola para afrontar los altibajos de la vida diaria.
¿Y tú? ¿Has reservado alguna vez tus vacaciones para realizar un retiro de meditación? ¿Qué beneficios notaste después?
¿Estás considerando la posibilidad de invertir tus vacaciones en un desarrollo duradero de tu felicidad y bienestar? Recomendamos estos dos artículos:
El valor y la importancia de hacer retiros desde la perspectiva de una practicante budista
Tu retiro de meditación en casa: 14 claves para aprovecharlo
Para saber más
de Bloom, J., Geurts, S. a. E., Taris, T. W., Sonnentag, S., de Weerth, C., & Kompier, M. a. J. (2010). Effects of vacation from work on health and well-being: Lots of fun, quickly gone. Work & Stress, 24(2), 196–216.
Fredrickson, B. L., Cohn, M. A., Coffey, K. A., Pek, J., & Finkel, S. M. (2008). Open hearts build lives: Positive emotions, induced through loving-kindness meditation, build consequential personal resources. Journal of Personality and Social Psychology, 95(5), 1045–1062.
Michael, A. C., Fredrickson, B. L., Cohn, M. A., & Fredrickson, B. L. (2010). In search of durable positive psychology interventions: Predictors and consequences of long-term positive behavior change. The Journal of Positive Psychology, 5(5), 355–366.